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miércoles, 14 de septiembre de 2016

Nuestros miedos.

El miedo, ya sea real o imaginario, infundado o provocado, nos acompaña en todas las etapas de nuestra vida. Nos guste o no, las experiencias que vivimos desde el primer instante también forjan nuestra personalidad.


El primer miedo que experimentamos todos es al nacer. Cuando pasamos de estar en un ambiente cálido y seguro para llegar a un mundo frío y confuso. Por eso, necesitamos los cuidados constantes de nuestros cuidadores. Ese día, todos experimentamos nuestro primer miedo: Miedo a lo desconocido. Miedo al abandono. Miedo al mundo.

A partir de ahí, dependiendo de como sean los cuidados recibidos en nuestros primeros años, conoceremos unos u otros miedos. Pueden limitarse a los miedos más comunes si hemos recibido amor, cariño, paciencia y respeto. Miedos más reales si nos han criado con "mano dura", gritos, imposiciones y poca empatía. O miedos más oscuros si al nacer han sido separados de sus familias por motivos que, nos cueste admitirlo, siguen ocurriendo hoy.

¿A dónde quiero llegar? A que la incertidumbre es parte natural de la vida, pero lo que sí está en nuestras manos es no inculcar más miedos en nuestros hijos mediante la crianza. Cómo gestionemos cada situación será primordial para evitar dichos miedos que no dejan de ser traumas en nuestra madurez.


Al convertirnos en mamás, instintivamente también desarrollamos un aura protectora sobre nuestro bebé, como buenas mamíferas que somos. Nuestro instinto protector viene de la mano con nuestros miedos. Miedo a que se nos caiga, por eso le aferramos tanto a nuestros brazos y nuestros pechos. Miedo a que les ocurra algo, a que no estén sanos, a que no podamos realizar una lactancia materna con éxito, a que les falte alimento, a que no crezcan lo suficiente, a que tengamos que hospitalizarlo, a que debamos separarnos de él... y un sinfín de sentimientos que nos acechan constantemente y que no se desprenden del todo jamás. Porque ahora somos mamás, y por ello, todas estas situaciones no debemos tratarlas como un tabú, puesto que son miedos reales que necesitan asesoramiento, apoyo, tribu.

Seamos profesionales o no, creo en que todas necesitamos ese apoyo en el embarazo, el parto, la lactancia, y en la crianza completa de nuestros hijos para ir solventando cada etapa, aumentar nuestra confianza, desprendernos de aquellos miedos irreales, y afianzar el vínculo con nuestros hijos.

Sara Ribot.
Mamá emprendedora.
Escritora / Blogger / Comunicadora.
Autora de "Otro Mundo Es Posible mediante la crianza con apego" y "La Maternidad Al Descubierto".

2 comentarios:

  1. Me siento muy identificada Sara.
    Yo he sentido miedo a que mi bebé estuviera sana, a que el embarazo fuera bien, a no tener suficiente para su bienestar.
    Ahora afloran los miedos respecto al parto. No siento miedo al dolor. Pero sí que pienso "que no se la lleven. Que no me la quiten."
    Miedo a prácticas médicas no recomendables pero comunes en España. A no poder controlar la situación: oxitocina, episotomia, cesárea por comodidad del personal...
    Intento contrarrestar con alegría y amor. Visualizando el momento de ver su carita, oír su corazón, sentir su piel... Pero no siempre es fácil.
    A veces, de noche, los miedos vienen como fantasmas.
    Gracias por ser tribu.
    Un abrazo, Carol.

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  2. Gracias a ti por tu comentario Carol. Esos miedos también los sentí yo, por eso tengo claro que si algún día decidimos buscar al/la hermanito/a, será un parto respetado, ya sea en el hospital o en casa. Porque ahora sí tengo toda la información de mi lado y también la confianza necesaria. Y todo gracias a moverme en círculos de personas que sienten como tú, piensan como tú, te apoyan y aconsejan. Sin prejuicios, sin presiones. Afianzando ese vínculode "tribu": más apoyo y menos tabúes. Un abrazo cielo!

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