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lunes, 11 de julio de 2016

Sí señoras y señores. Vivimos en una sociedad Adultocentrista.

¿Realmente saben a qué nos referimos cuando hablamos de "criar con apego"? Está claro que este término - porque no es un método ni una moda - no está siendo bien recibido. Los padres que se sienten atacados al leer estas palabras, dan por hecho que nadie en su sano juicio podría criar sin apego.

Pues bien, no es un método sino una filosofía de vida con mucha historia detrás.

Sí. Existen familias que crían desde el maltrato tanto físico como psicológico. ¿Vivimos en la misma sociedad? ¿En el mismo planeta?


El significado de apego, como ya mencioné en un post escrito hace unos meses, se basa en tantos aspectos que su verdadera definición es tan extensa que podemos abarcarlo de distintas maneras: Crianza natural, crianza consciente, crianza respetuosa... Una crianza más empática, más cómplice y menos autoritaria... Y un largo etcétera.

Porque se trata de cambiar paradigmas que hasta ahora dejaron mella, no de juzgar ni criticar. Se trata de dar un paso más, evolucionar, y conseguir un despertar consciente de nuestra situación actual. ¿Qué despertar consciente? El hecho de que el gobierno nos robe nuestro dinero, ¿os suena? El hecho de que las grandes industrias alimenticias intenten vendernos como saludable lo que, por supuesto, no lo es, ¿os suena? El hecho de que nuestro sistema educacional quiera criar niños explotados carentes de visión propia, ¿os suena? El hecho de que cada vez hayan más artilugios que sustituyan la cercanía de la madre y el padre, ¿os suena? La cuestión es... ¿queremos seguir así o preferimos cambiar el rumbo? Está en nuestras manos.

¿Cómo hemos acabado siendo una civilización que está basada desde el punto de vista del adulto, dejando así a los niños en segundo plano sin darles la importancia que se merecen?

Criar con apego jamás fue una crianza carente de educación como muchos piensan. Claro que hay límites - límites coherentes, específicos y conscientes - claro que les educamos y les enseñamos lo que es correcto y lo que no, pero jamás desde una posición de superioridad sino de igual a igual, porque nadie es más que nadie, y todos nos merecemos ese respeto que a veces olvidamos.


Porque no existe la perfección. No existe el padre o la madre perfecto/a así que dejemos de sentirnos atacados cuando simplemente deberíamos apoyarnos más, porque ser padres no es una tarea fácil y más aun cuando vivimos en un país que carece de ayudas y facilidades para conseguir esa conciliación familiar y laboral en la que a veces, no nos permiten pasar el tiempo que querríamos con nuestros hijos para disfrutar de ellos y darles ese acompañamiento tan necesario.

Porque cada situación familiar es un mundo. Cada bebé tiene sus propias demandas. Cada persona es distinta. Y no por ello debemos hacer de todo una competición a ver quien es mejor porque nadie es superior a nadie. Entre todos podemos aconsejarnos y ayudarnos sin tirar por tierra el esfuerzo de ambos. Centrémonos menos en nuestro ego y más en los niños. ¿Qué necesitan realmente?

¿Siempre hay excepciones? Por supuesto. El maltrato de cualquier índole no debería permitirse jamás. Ni una cachetada está justificada, ni una recriminación enseña nada bueno. ¿Estamos tratando de educar simplemente o de educar de manera consciente y empática? ¿El autoritarismo funciona? Por supuesto. Pero... ¿a qué precio?

Dicho esto, quien se sienta atacado leyendo este post, le aconsejo de corazón que se escuche a si mismo. Que realice una introspección y apunte las palabras, las situaciones y las acciones que más le enervan. Pues esas serán las espinitas clavadas que habrá que retirar, curar y cicatrizar. ¿Por qué lo sé? Porque a mí me pasó y todavía hoy, en situaciones críticas, afloran. La diferencia entre mi pasado y mi presente es que ahora sí que puedo detectarlas y solventarlas.


Gracias por leerme. ¡Feliz crianza!

Sara Ribot.
Y sí. Soy escritora, bloguera y mamá por encima de todo. Y tengo el mismo derecho que TODOS a intentar ganarme un sueldo digno. Y qué mejor, que con un trabajo en el que creo, me apasiona, me completa y me permite estar con mi hija siempre. Porque SÍ, tengo HIJITIS.

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